domingo, 24 de abril de 2011

budapest / head towards the dawn


No existe un lugar tan idílico para verter lágrimas como las ciudades inglesas y escocesas. Un poco extraño cuando en esas tierras lo único que hay es lluvia. La razón de esta tendencia a empañar los ojos podría explicarse en una hipótesis nada científica: la culpa la tiene el pop, que con su insistente apuesta por la melancolía sólo consigue atraer la lluvia día tras día, como si el sol fuera un invitado no deseado que se aparece de vez en cuando para recordar al mundo que hay sonidos más alegres. Lo más probable, sin embargo, es que sea al revés, que sea el eterno paisaje gris y su inseparable lluvia la que provoque unos estados anímicos propicios para el pop. ¿Y Budapest? Pues además de ser la capital de Hungría, es un grupo de Coventry. Desconozco la cantidad de lluvia que recibe esa ciudad, pero deduzco que mucha. Me basta con escuchar el nuevo disco, repleto de historias de amores y desamores –sigo sin saber dónde está la frontera entre ambos– de deseos, sueños y perpetuas dudas que convierten cada canción en un lamento de lágrimas que suenan al pop que nunca suena cuando sale el sol.

Reseña  publicada en La Opinón de Tenerife

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